David Oliveros 11.O
Español NS, Álvaro
Rodríguez
La Muerte y su cotidiana musicalidad
Comentario de texto de la noche que en el Sur lo velaron
"La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene"
Jorge Luis Borges
La noche que en el Sur lo velaron es un poema escrito por el argentino Jorge
Luis Borges, el quinto de su tercer libro de poesía Cuaderno San Martín, publicado en 1929. El poema es considerado por
Borges como “su primer poema auténtico”, escrito en una época en la que el
autor se aleja del ultraísmo y explora temáticas como la de la muerte. Además, el
estilo del poema es semejante al de una canción y por ende, exhibe elementos de
sonoridad y musicalidad, que al oponerse a ciertos elementos del modernismo, utiliza
principalmente la metáfora para poder transmitir el tema del poema: la muerte
como parte esencial de lo cotidiano. El siguiente comentario de texto se
centrará alrededor de cómo Borges logra, a través de un lenguaje específico, el
uso de epítetos y una métrica particular, transmitir este tema de manera eficaz,
conservando la musicalidad del texto y arraigándose a una realidad no muy
distinta a la del lector.
El poema trata sobre la
caminata nocturna de un hombre, que al atender el velorio de un conocido,
reflexiona sobre la muerte. Borges logra hacer de la muerte algo omnipresente
en el poema, ya que se ve la incidencia que tiene esta en la travesía y en los
pensamientos del yo poético. De igual manera, se podría ver el cambio de
espacios que maneja Borges como elemento fundamental para transmitir el tema
del poema, con lo cual se podría identificar tres bloques de sentido o
apartados. El primer bloque de sentido se da en las primeras dos estrofas del
poema, cuando el hombre transita por las calles y comenta acerca de la noche y
“la vigilia gravitada en muerte”. El segundo bloque de sentido se encuentra en
la segunda estrofa del poema, en donde el yo poético llega a la casa del
velorio y continúa su reflexión. Finalmente, el tercer bloque de sentido ocupa
las últimas tres estrofas del poema, en donde se presentan unas últimas
declaraciones acerca de la muerte y el efecto en sus alrededores. A medida que
avanza el poema, es evidente para el lector el rol que tienen los espacios para
lograr transmitir la importancia de la muerte dentro de lo cotidiano, ya que a
medida que el yo poético cambia de espacio, de igual manera cambian sus
reflexiones y pensamientos.
El primer bloque de sentido
empieza con un tono, que si bien no es totalmente nostálgico, es reflexivo, al
empezar con las descripciones del yo poético de los espacios por los cuales
este transita, las calles del Sur. Además, desde un principio, el epíteto es
usado por Borges para darle cualidades específicas a los sustantivos del poema
y así logra definir la presencia de la muerte en varias secciones del texto. Sin
embargo, el uso que le da Borges a los epítetos es altamente específico, distinto
a en otros de sus poemas, ya que estos logran transmitir cualidades que no son
simplemente estéticas y añaden al tono reflexivo y al ritmo musical del poema: “tiempo
abundante” (v. 11), “apagado almacén” (v. 13), “horas vanas” (v. 25), “mortal
hospitalidad” (v. 35), “sentenciosas calles” (v. 37). Así, los epítetos sirven, no solo como elementos que ayudan a
complementar los sustantivos, sino también como recursos que establecen la
isotopía de la muerte. Al referirse a través de los epítetos a la noche, el
tiempo, la oscuridad y la mortalidad, Borges es capaz de evocar la muerte sin la necesidad de ser evidente en
su escritura. Sin sus epítetos, es posible que la noche que en el Sur lo velaron perdiera parte de su
característica musicalidad y no lograra evocar de manera tan eficaz y precisa a
la muerte como algo esencial de lo cotidiano.
Adicionalmente, en el primer
bloque de sentido se puede apreciar una decisión particular de Borges al declarar
que no se hablará del muerto: “de alguien – misterio cuyo vacante nombre poseo
y cuya realidad no abarcamos” (v. 1-2). Esta
decisión, si bien no tiene el propósito de crear suspenso o angustiar al
lector, es interesante, ya que desde un principio establece que el poema no se
trata del muerto, de quien no se conoce su identidad, sino más bien de la
atmósfera de “vigilia” que le rodea. De esta manera se establece que el muerto
no interesa, está en otra realidad, y por lo tanto Borges se empeña más bien a
crear una atmósfera que gira alrededor de la muerte, la cual asume un papel de
elevada importancia en el poema y tiene fuerte incidencia en los espacios que
se describen en el mismo.
Más adelante, el segundo
bloque de sentido es determinado por la llegada del yo poético al lugar del
velorio. En este apartado, Borges continúa con el tono reflexivo establecido en
un principio, pero esta vez, utiliza una dicción específica y la metáfora para
integrar el sentimiento de cotidianidad, en este caso, argentina. El poema
posee elementos de “popularidad” característicos de la canción argentina y la
dicción que se utiliza en el poema es coloquial, algo que para el momento de
publicación del poema era común en la poesía de Borges: “rever” (v. 4), “oíble”
(v. 12), “desganados” (v. 22), “menudas” (v.
24). El lenguaje que utiliza Borges es lo que logra crear el sentido de
cotidianidad en el poema, en el cual lo que se narra no hace parte de lo
fantástico, sino de lo mundano. Al usar un lenguaje que es menos formal y más
cercano a la realidad de ciertos lectores, Borges logra que el poema se vuelva
algo más íntimo, y por ende, más relacionable para ciertas personas.
De igual manera, en este segundo
apartado, Borges alude al argentinismo en sí con la emblemática figura del
patio: “patio que está bajo el poder y en la integridad de la noche” (v. 21).
El patio es una imagen comúnmente usada en la poesía de Borges, y en este caso,
esta metáfora le muestra al lector cómo el patio, esa figura de la imponente
pampa argentina, está bajo el “poder” e “integridad” de la noche, trasmitiendo
así la fuerte influencia que tiene la noche, posible símbolo de la muerte en el
poema, sobre la realidad argentina. Además, por medio de la anáfora, Borges continúa
enfatizando esta noción: “y somos desganados y argentinos en el espejo, y el
mate compartido mide horas vanas” (v. 22-25). El mate, que al igual que el
patio es un símbolo de la cultura argentina, se muestra debilitado y vano ante la muerte. A través de la dicción y estas dos metáforas, Borges logra
que el poema se sitúe en una realidad no muy distinta a la del lector,
mostrando de manera muy eficaz lo influyente que puede ser la muerte en lo cotidiano.
Finalmente, el tercer bloque
de sentido se da con las últimas reflexiones del yo poético alrededor de la
muerte. Al entrar a la casa, el yo poético de nuevo hace referencia a “aquello
de lo que no se sabe: del muerto” (v. 29). Con este cambio de espacio y la mención al muerto,
Borges cambia la dinámica de los otros dos bloques, que antes ignoraba por completo
al muerto. También se rompe la estructura, ya que la quinta estrofa posee apenas
dos versos, y la sexta estrofa comienza, de manera inusual, con una pregunta. Además,
si bien el poema exhibe polimetría y encabalgamiento en los tres bloques de sentido,
en el tercer bloque esto se hace aún más evidente, con versos que contienen desde
ocho sílabas (octosílabos) hasta veinte sílabas (por ejemplo, el verso treitna). Adicionalmente,
el poema en ninguna parte tiene rima, y así, es posible preguntarse ¿por qué Borges decide
no incluir rima en su poema, si esta podría añadir sonoridad al texto? ¿Por qué
Borges utiliza una métrica tan variada, sobre todo en esta última sección del poema?
A pesar de que la estructura del poema es bastante irregular, el poema conserva
su musicalidad gracias al encabalgamiento: al extender las imágenes poéticas a
través de los versos, Borges establece un ritmo de lectura que no es interrumpido
o fragmentado. En el tercer bloque de sentido en particular, se podría asociar el
uso del encabalgamiento con el tono reflexivo del poema, ya que la fluidez que proporciona
el encabalgamiento refleja el pensamiento continuo y reflexivo
del yo poético al finalizar el poema, con el cual Borges extiende las imágenes poéticas
verso tras verso.
En conclusión, se podría
decir que Borges se vale de cuatro elementos esenciales que le permiten
transmitir al lector la presencia de la muerte como parte de lo cotidiano: los
epítetos, que logran evocar a la muerte y establecer isotopías específicas; el lenguaje,
que al ser coloquial y en ocasiones informal, logra que el poema sea cercano al
de la realidad del lector y proporciona elementos de cotidianidad a través del
poema; la metáfora, que logra mostrar al lector lo incidente que puede ser la
muerte en lo cotidiano; y finalmente, la estructura, que principalmente, a
través del uso del encabalgamiento, logra darle sonoridad al poema y establecer
la musicalidad que va acompañada con el sentimiento de reflexión que se asocia
con la muerte. Estos cuatro elementos son los que, junto con los cambios de
espacio delimitados por los bloques de sentido, se encargan de establecer la
musicalidad y sonoridad del poema mientras se logra aludir a la muerte como
algo esencial de la cotidianidad, en este caso, argentina.
1 comentario:
Muy buen ejercicio de análisis literario. Uno de sus fuertes es la organización; al determinar momentos de análisis sin abandonar nunca el tema, la revisión de la función de las figuras poéticas permite una propuesta que revisa el poema como unidad temática y estética.
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