domingo, 8 de marzo de 2015

Comentario de texto literario

Una reflexión literaria en torno a la poética de Borges.
Por Mariana Cuervo y Sergio Del Risco

        
- A Daniel Chalela, que me enseñó a usar Blogger

El poema de los dones es un poema clave en la obra de Jorge Luis Borges. Y lo que es más asombroso: es un poema clave en un doble sentido. Basta conocer un poco la obra del autor para darnos cuenta que los temas tratados en El poema de los dones son temas reincidentes en su literatura. En un segundo sentido, basta leer un poco sobre Borges para darnos cuenta del valor (no carácter) biográfico del poema. Por un lado, tenemos el eje temático de una pluralidad del hombre, es decir, de un hombre que en su condición de individuo parece repetir los mismos pasos del Hombre como especie. Por otro, tenemos al Borges que, a través de un yo lírico, discurre en torno a su ceguera.  Con este mente, pues, comentaremos aquí los instrumentos líricos de los que Borges se sirve para darle este sentido temático y biográfico a su poema.

Ya que el poema se puede dividir en dos bloques de sentido que se corresponden cada uno con las dos manera en las que hemos entendido el texto poético, comenzaremos por comentar el bloque de sentido que hace referencia a la ceguera.

Si para las personas en general lo crítico de la ceguera es no poder mantener contacto con el mundo que le rodea—dejar de ver a sus seres queridos, no poder apreciar un cuadro, en fin, perder contacto con un mundo tangible—para Borges  la ceguera está asociada a una cuestión totalmente distinta: la ceguera significa para él no poder inmiscuirse en el mundo inasible de los libros. En el poema, esta particular manera en que Borges padecía su ceguera, cobra un carácter irónico. Y lo que es más, es el manejo de la ironía lo que le permite a Borges revelarnos cómo entendía y vivía su condición.


Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche


Borges, como director de la Biblioteca Nacional de la Argentina, tiene bajo su mando  todos los libros que hubiera podido desear, sin embargo—y he ahí esa ironía divina a la que se refiere—, su ceguera le veda la lectura de esos tantos libros. O dicho de una mejor forma, la ceguera le veda el acceso al mundo de letras que tanto apreciaba y dsifrutaba.

En el primer bloque de sentido, que va hasta la séptima estrofa, la ironía es predominante. Allí, la ironía se suele presentar como metáfora: la noche, la oscuridad (referencias metafóricas a la ceguera) resaltan la incapacidad de Borges para leer los libros de la portentosa biblioteca que dirige. En términos del título del poema, el yo lírico vive sumido en el carácter contradictorio de los “dones” que Dios le ha dado, a saber: los libros y la ceguera.  El yo lírico, en este sentido,  vive en una noche que no le deja, ni tan siquiera, entrever la luz de los libros con que Dios le ha premiado.

Por otro lado, lo irónico de la situación queda en evidencia cuando se menciona  que los libros sólo puede ser accedidos en la imaginación, en el mundo de los sueños:

Por último, la ironía cobra una fuerza total con la figura analógica que Borges utiliza en la cuarta estrofa. El yo poético se equipara al Tántalo de la mitología griega, que fue condenado por los dioses a tener sed y hambre eternamente mientras vivía rodeado por un oasis de comida y de agua:

De hambre y de sed (narra una historia griega)
Muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esa alta de esta biblioteca y honda biblioteca ciega.

Como se ve aquí, el yo lírico  se siente como  Tántalo, atrapado por una ironía dictaminada por una voluntad superior. Como si se estuviera sumido en un orden inamovible e inmodificable. Esta última idea es clave para Borges, y nos es revelada gracias al uso de la ironía.

Sobre el desarrollo de esta idea, debemos añadir que la repetición de la imagen de la ceguera  genera un marcado ritmo en el poema. Este ritmo es importante a la hora de desarrollar la idea de un orden inamovible e inmodificable. El volver cada estrofa sobre la ironía—es decir, al construir una isotopía—el autor genera un ritmo enfático que nos revela los distintos matices y las distintas facetas de la contradicción divina en la que vive inevitablemente sumido el yo lírico. Aquí, es importante recordar que para Borges el tratamiento de la idea en sí misma es clave, y este ritmo, cómo no, sirve al desarrollo de la idea que Borges quiere tratar. 

Por otro lado, es argumentable que las estrofas del primer bloque de sentido generan un efecto de lectura muy particular. A nivel de los sentimientos que el poema puede despertar, determinados lectores pueden sentir un choque con las ideas que Borges expone en torno a la ceguera. Borges declara al abrir el poema que no ha de equipararse su relato con la tristeza (Nadie rebaje a lágrima o reproche/ esta declaración de la/ maestría de Dios), y esto se evidencia tanto en el título como en el verso que resalta “la maestría de Dios”. Sin embargo, esta declaración del Yo lírico es capaz de generar una suerte de confusión en el lector, pues es posible que este sienta que la ceguera es motivo suficiente para entristecerse. Y en este mismo orden de ideas, también es plausible que haya ciertos momentos en el poema, a pesar de no expresar en sí mismos pesadumbre alguna, que sean capaces de generar cierto sentimiento de tristeza en el lector.


Por ejemplo, tal como con molestia recordamos el incendio  de la biblioteca de Alejandría, en su condición de pérdida total e irremediable, a un lector dado  le puede irritar  la idea de ser director de una gran biblioteca y, sin embargo, no poder leer  sus tantos libros. En efecto, un lector dado puede sentir que la ceguera es una pérdida, no un don, equiparable a la pérdida de la Biblioteca de Alejandría:


En vano el día les prodiga su libros infinitos
Arduos como los arduos manuscritos
Que perecieron en Alejandría.


Además, como vemos en esta estrofa, la referencia a una banalidad de la biblioteca puede prestarse para generar sentimientos que ciertamente no son positivos. Quiero decir, esa referencia puede conducirnos a la reflexión que sigue:  tener tanto y no poder disfrutarlo, o lo que es más, tenerlo todo y no poder accederlo.

En un mismo orden de ideas, el epíteto “arduo” cobra un carácter fundamental: arduo son los libros, ardua (y ardorosa) es la biblioteca y ardua puede ser para el lector la  penumbra de la ceguera. A su vez, la reflexión en torno a una pérdida irremediable puede despertarse en el lector al enfrentarse a la  extensa lista con que Borges construye la cuarta estrofa:


Enciclopedia, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Esta lista de componentes de la biblioteca obedece a un a un intento por referirse al universo entero y, por lo tanto, el no poder acceder al universo que esa biblioteca ofrece puede entenderlo el lector como una pérdida total.

Por lo demás , podemos añadir que otras referencias y expresiones tienen el efecto de despertar reflexiones similares en el lector. En imágenes como “ojos sin luz”, “honda biblioteca ciega”, “fatigo sin rumbo” un lector dado puede encontrar puntos que le generen cierto tipo de efecto a nivel de los sentimientos. En resumen, lo que hemos querido resaltar es que lo importante sobre los posibles efectos del poema en el lector se explica en términos del choque entre los sentimientos que Borges experimenta ante su ceguera y los sentimientos que nosotros como lectores podemos experimentar ante ella. En este sentido, al ser positivos los unos y más bien negativos los otros, el lector puede llegar a hacerse la siguiente pregunta: ¿por qué Borges veía una declaración de la maestría de Dios en su ceguera?

En lo formal, la respuesta que podemos darle a esta pregunta puede revelarnos una de las características fundamentales de la personalidad y el pensamiento de Borges: para el intelectual argentino, en muchos casos, lo que no tiene valor para los demás, para él sí lo tiene.



Terminado el análisis del primer bloque de sentido, pasemos al siguiente: allí nos encontramos frente al desarrollo de una de los temas más reincidentes en Borges, a saber: la noción de que  todo individuo recorre los pasos ya recorridos por el resto de los  hombres en la Historia. O en otras palabras, la idea de un hombre cargando el legado de la Historia o de la humanidad. En el caso del Poema de los dones, esta idea está aplicada y asociada a la ceguera y a esa coincidencia de orden metafísico entre Groussac y el yo lírico.  En otros momentos de la creación artística de Borges, nos podemos encontrar frente al desarrollo de esta noción en cuentos como “Historia del guerrero  y la cautiva”,  “El inmortal”, “Pierre Menard, autor del Quijote” (como contraargumento a la idea), por mencionar algunos. Así pues, estamos instados a comentar—a la luz de distintos instrumentos líricos—el desarrollo que Borges hace de este eje temático.


Al recordar que otrora Groussac, también ciego, fue director de la Biblioteca, Borges abre paso al desarrollo del que hemos identificado como uno de sus temas preferidos. En la primera estrofa del segundo bloque de sentido, Borges recalca que esa homología entre él y Groussac tiene que ver con un orden mediante el cual funciona la historia:

Algo, que ciertamente no se nombra
Con la palabra azar, rige estas cosas.


No en vano Borges hace hincapié en la palabra azar. Pues para él no es el azar el que los puso a él y a Groussac en la biblioteca, sino el carácter cíclico y repetitivo de la historia.

Sobre esta primera estrofa, en el plano de los efectos en el lector, Borges es efectivo a la hora de crear intriga. ¿Quién ese es “otro” del que  nos habla?  Más adelante, y después de indagar sobre quién es Groussac, con maravilla damos respuesta a nuestra intriga:

Otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la noche

La segunda estrofa del bloque de sentido, a su vez, sirve a la construcción del eje temático que aquí analizamos:

Al errar por las lentas galerías
Suelo sentir con vago horror sagrado
Que soy el otro, el muerto, que habrá dado
Los mismos pasos en los mismos días.

Que Borges adjetivice al horror con el epíteto “sagrado”, tiene un evidente propósito, a saber: el de mostrar que esa homología entre el yo lírico y Groussac obedece a un orden casi metafísico. Aquí, vale la pena resaltar que en realidad esta figura se abre desde el principio del poema con la referencia a que Dios le “dio a la vez los libros y la noche”. Sobre ese verso, también es importante añadir que el epíteto “vago” que acompaña a vocablo “horror” tiene que ver con ese carácter tan inasible-metafísico del orden que en el caso del Yo lírico rige las cosas. Por otro lado, el  epíteto también es asociable a la capacidad de Borges para intuir los ahilamientos internos del mundo a los que en distintos momentos hiciera referencia.

En fin, hemos visto cómo Borges se sirve de la ironía para postular una particular visión sobre su ceguera y, además, para dar pie a una reflexión que perfila sus líneas en torno a una de sus ideas o nociones filosóficas preferidas. Además, hemos visto como ciertos recursos líricos tales como la isotopía, el uso de epítetos y la analogía ayudan a elaborar tanto una particular aproximación a la ceguera como el desarrollo de la idea de una historia cíclica. El desarrollo de estos dos elementos, de tan alta importancia en Borges, hacen de El poema de los dones una partícula clave en la poética del argentino.



1 comentario:

aroestudiantes dijo...

Muy interesante comentario. El análisis es juicioso y revisa aspectos clave del poema. La organización de los argumentos permite la comprensión de la propuesta. Se extraña la reflexión sobre la función dentro del poema de la métrica y la rima.