María José Monroy & Manuela Lobo-guerrero
Comentario de texto
El Reloj de Arena
Paradójico, el tiempo, todo lo da y todo lo quita. Porque el reloj
gobierna la rutina de los hombres, nada hay mas objetivo que el tiempo; pero
también nada hay mas subjetivo que el cuando la espera lo paraliza y la emoción
lo acelera. Nada mas personal, nada mas compartido. Nada mas abundante, nada
mas escaso. El tiempo está en todas partes y en ninguna. Es la forma de ser y
de no ser. El tiempo es puente, pero también abismo. Desechable, inmortal. La
vida esta hecha de tiempo, pero así mismo es una carrera contra el tiempo. [1]
Y es esta precisamente la concepción del tiempo que se maneja en el universo
Borgiano, siendo un elemento característico del autor. Presente en muchas de
sus obras, como el enigma esencial, una idea característica a través de la cual
procura detonar una reflexión existencial. Tal y como se observa con su poema El
reloj de arena, como parte de su obra literaria: El Hacedor.
Un poema estructurado que a gritos trata de compensar el desorden
caótico que habita en su realidad, evidentemente perteneciente a esa segunda
etapa de su vida, colmada de méritos, méritos indisfrutables, donde Dios le dio
el don de los libros y paulatinamente lo cohibió con la ceguera. Razón por la
cual nos encontramos con trece cuartetos endecasílabos en rima cíclica (ABBA),
donde por medio de la métrica regular orienta su poema a pesar de su
incapacidad. La estructura entonces sugiere una respuesta al reto que le puso
la vida de vivir en las penumbras.
Nos encontramos con un yo poético que habla desde la memoria, una
memoria que refleja experiencia y permite dar la impresión de que se está
haciendo una declaración por parte de la humanidad. Pues el yo poético como
humano, habla de su condición y todas aquellas deidades que afectan su
existencia, por lo que el lector comprende que la concepción de éste (yo
poético) no es otra sino la de la raza humana en su totalidad.
Y es solo hasta acá que el título cobra sentido y el lector logra
entender el mensaje implícito detrás de este. El reloj se entiende como el
tiempo y la arena como la materialización de la muerte. Por lo que juntos, como
el reloj de arena, comprendemos un elemento que mide que tan cerca el yo
poético se acerca a la muerte.
Está bien que se mida con la dura
Sombra que una columna en el estío
Arroja o con el agua de aquel río
En que Heráclito vio nuestra locura
Es así como el poema inicia hablando de la sombra, elemento al
cual el poeta le da un manejo particular, pues es por medio de ésta que muestra
el paso del tiempo y hace referencia a la condición en la que se encontraba
cuando escribió el poema. Se sabe que para la época en que el poema fue
escrito, Borges ya había quedado completamente ciego. Por lo que una
interpretación válida es comprender a esta sombra como su acompañante a través
del tiempo. Además por medio de la ironía de que Heráclito “ve” nuestra
“locura” el lector alcanza a percibir la ironía en la vida del poeta.
Pero este no es el único elemento con el cual el poeta juega, Borges
yuxtapone dos elementos naturales para reforzar el tema del poema, es así como
nos encontramos con el “agua” (de aquel río) y “otra sustancia suave y pesada”
(arena). Entendemos que todo fluye y nada permanece, en otras palabras, que el
paso de tiempo es inevitable. Luego esta es la idea que la intertextualidad de Heráclito
logra consolidar.
El tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocable
Del agua que prosigue su camino.
Más aún, aparte del avance temporal ineludible, surge otra
propiedad del tiempo que aquí se maneja, este es imposible de pesar o medir
(“imponderable”), pues se menciona “que el agua prosigue su camino”. Siendo este el momento en el que el agua
revela su contenido simbólico, pues en el poema se entenderá como una
representación de la vida
Está bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra substancia halló, suave y pesada,
Que parece haber sido imaginada
Para medir el tiempo de los muertos.
Y es solo hasta acá que por medio de la repetición se entiende
finalmente cuál es el tema central del poema: el tiempo, ya que al tiempo,
tiempo en los desiertos, tiempo de los muertos, en fin, el tiempo.
Surge así el alegórico instrumento
De los grabados de los diccionarios,
La pieza que los grises anticuarios
Relegarán al mundo ceniciento
Pero no es hasta la cuarta estrofa que el autor nos presenta el
elemento con el cuál mide el tiempo, es más, se esfuerza por hacernos saber que
esta es la representación del tiempo mismo que teje su poema. A su vez, este es el momento en el que cimienta
bien el destino el cual nos espera tras esta jornada inevitable que es la vida:
la muerte. Esta curiosamente es presentada como la materialización de la
sombra, y se vuelve clara la isotopía oscura (que en el fondo no es más que
este elemento mortífero) el cual es desarrollado por el poeta a lo largo.
Es como si esta sombra (que no es otra cosa que la muerte) cada
vez hace más presencia a medida que pasa el tiempo, tanto del poema como de la
vida. La isotopía se va haciendo más evidente cuando hace referencia a “grises anticuarios” y al “mundo ceniciento”.
Pero la idea no acaba acá, y es cuando Borges utiliza el encabalgamiento
para darle continuidad a la idea y encontramos una enumeración de objetos
disfuncionales que si ponemos en contexto comprenderemos que son de esta manera
porque tanto como el hombre va a llegar a ser ceniza, el mundo que lo rodea se
va a ir deteriorando con el tiempo. Asimismo en esta estrofa se observa otro
añadimiento a la isotopía de la muerte. Es por medio de la palabra polvo con la
que se refuerza el deterioro que causa el paso del tiempo.
¿Quién no se ha demorado ante el severo
Y tétrico instrumento que acompaña
En la diestra del dios a la guadaña
Y cuyas líneas repitió Durero?
Más adelante, el yo poético le hace una pregunta retórica al lector por medio de
la cual plasma el intento de demorar el curso inevitable de eventos y por eso
se muestra miedo implícito hacia la muerte. Se entiende a este instrumento
(reloj de arena) como severo y tétrico pues este te juzga y cumple una
disciplina que le imposibilita ser flexible, pues el tiempo no se detiene para
nadie. Razón por la cual cualquiera que esté bajo su efecto se aterra y ve este
instrumento como algo tétrico, dado que es dios el que tiene poder de manejar
todo esto y llevarnos en cualquier momento hacia la muerte.
Por el ápice abierto el cono inverso
Deja caer la cautelosa arena,
Oro gradual que se desprende y llena
El cóncavo cristal de su universo.
Hay un agrado en observar la arcana
Arena que resbala y que declina
Y, a punto de caer, se arremolina
Con una prisa que es del todo humana.
La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.
No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.
Es este el momento en el que Borges se concentra plenamente en su
instrumento (el reloj de arena). Hace esto a modo de introducir el elemento
natural que se yuxtapone con el agua del inicio (arena) pues como en este poema
el agua es vida, la arena es la muerte. Lo que nos permite ver que Borges abre
el poema con la vida y a medida que avanza se enfoca en la muerte, para sugerir
que este el destino final al cual vamos a llegar. Y es acá cuando le dedica
cuatro estrofas al manejo exclusivo de esta arena, a la cual le atribuye tanta
importancia, que el lector la entiende como si fuera la protagonista del poema.
Esta arena es “arcana” “humana” “infinita”, porque estas son todas las
características que posee la muerte, incluso explícitamente se infiere que esta
es la muerte misma, pues “con la arena se nos va la vida”. Surge una idea perturbadora en la décima
estrofa, cuando al mencionar que el yo poético es el que se ve afectado más no
el reloj de arena, y se hace mención al “rito infinito de decantar la arena”.
Pues se sugiere que este proceso donde “la cautelosa arena se desprende y llena
el cóncavo cristal de su universo” tiene la capacidad de ser repetido sin
importar que la vida del yo poético se acabe ahí, pues el reloj perdurará por
siempre y una vez toda la arena haya traspasado al otro lado, este solo se volteará
y empezará de nuevo. Lo que nos permite entender que la estructura cíclica del
poema no es mas que una decisión del autor para reflejar el ciclo del tiempo.
En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.
Llega el momento en el que yo poético empieza a presentar su
reflexión para concluir el poema. El lector tiene la impresión de que este yo
poético se encuentra al borde de la muerte, le quedan tan solo minutos de
arena, en los cuales ve pasar su vida por delante, pero como antes mencionado
el yo poético es solo una representación de la colectividad humana por lo cual
su vida no es otra cosa que la historia de la humanidad. Entendemos esto por la
enumeración que hace en la siguiente estrofa de acontecimientos históricos, antes
de presentar su sentencia contra el tiempo. Y es acá cuando se ve la frustración del yo
poético que después de todo el recorrido
y análisis que este presenta del tiempo no ha de salvarse.
Todo lo arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.
Lo que nos lleva finalmente a comprender el significado que yace
detrás del título, se entiende el reloj como el tiempo, y la arena como la
materialización de la muerte, por lo que el reloj de arena es el instrumento
que nos empuja hacia ese destino ineludible que nos aguarda.
[1] http://www.borges.pitt.edu/sites/default/files/Serna%20Arango%20Borges%20y%20el%20tiempo.pdf
1 comentario:
Buenas propuestas de interpretación, en especial la que ve en el instrumento del que habla el poeta la unión de la vida y la muerte. Sin embargo estas propuestas se ven opacadas por un exceso de lirismo en la argumentación. Aunque es muy importante lograr una voz propia en la escritura, es de igual importancia reconocer los tipos de escritura y especialmente las formas particulares del texto académico.
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